En nuestra vida cotidiana, no es raro escuchar la frase: "Puede que tengas razón, pero te pierden las formas". Esta afirmación refleja una tendencia cultural en la que se le otorga una gran importancia a la manera en la que expresamos nuestras ideas, a veces en detrimento del contenido real de lo que se está diciendo. Se considera un fallo dialéctico el hecho de levantar la voz o mostrarse emocional durante una conversación o debate, mientras que aquellos que mantienen un tono calmado y pausado a menudo son percibidos como más razonables o creíbles.

Sin embargo, este enfoque en el “cómo” sobre el “qué” puede ser un sesgo cognitivo que nos aleja de una comprensión más profunda y justa de los argumentos. En este artículo, vamos a explorar las implicaciones de este fenómeno, cómo se manifiesta y las posibles consecuencias de sobrevalorar las formas en la comunicación. También abordaremos la importancia de las emociones y cómo estas juegan un papel crucial en la persuasión y en la construcción de relaciones auténticas y significativas.

El Sesgo de la Forma: Un Problema de Percepción

El concepto de que las formas importan más que el contenido en un debate o conversación está relacionado con el efecto halo, un sesgo cognitivo donde una característica particular de una persona (como su apariencia o su tono de voz) influye en nuestra percepción de otros aspectos menos evidentes, como su inteligencia o la validez de sus argumentos (Nisbett & Wilson, 1977). Este sesgo puede llevarnos a otorgar más credibilidad a las personas que mantienen una postura tranquila y moderada, incluso si sus argumentos son menos robustos o carecen de una base lógica sólida.

Diversos estudios han demostrado que las personas tienden a juzgar a los oradores no solo por lo que dicen, sino por cómo lo dicen. Un estudio de Merten (2005) mostró que los interlocutores que mantienen un tono de voz moderado y constante son percibidos como más confiables, independientemente del contenido real de su mensaje. Esto puede llevar a situaciones en las que el estilo de comunicación de una persona anule el valor de su mensaje, particularmente en contextos emocionales o donde el tema es complejo y necesita ser expresado con vehemencia.

Emoción vs. Racionalidad: El Valor del Énfasis y la Expresión

Existe una concepción común de que mostrar emociones durante una conversación o debate es un signo de irracionalidad o pérdida de control. Esta idea proviene en parte de la filosofía occidental clásica, que separa la razón de las emociones y valora la primera como la herramienta más confiable para la toma de decisiones (Damasio, 1994). Sin embargo, investigaciones recientes en neurociencia y psicología sugieren que las emociones juegan un papel clave en la toma de decisiones y la persuasión (Lerner et al., 2015). Lejos de ser un obstáculo, las emociones pueden enriquecer la comunicación y proporcionar un contexto adicional que permite a los interlocutores entender mejor los sentimientos detrás de las palabras.

La emoción puede ser una herramienta valiosa para reforzar un argumento, especialmente en situaciones en las que el orador siente una conexión personal con el tema discutido. Por ejemplo, un activista por los derechos humanos que expresa su frustración o enojo no está perdiendo necesariamente el control, sino enfatizando la urgencia y la gravedad del problema que defiende. El tono emocional puede atraer a la audiencia de una manera que el discurso racional y desapasionado no lograría, apelando tanto al sentido de justicia como a la empatía.

La Trampa de la Neutralidad Emocional

Un aspecto importante a tener en cuenta es que el control emocional a menudo se asocia con autoridad y competencia, lo que puede convertirse en una expectativa injusta en ciertos contextos. Las mujeres, por ejemplo, a menudo se enfrentan a un doble estándar en el que, si se expresan con emoción, son vistas como demasiado emotivas o irracionales, mientras que los hombres que muestran emociones similares pueden ser vistos como apasionados o convincentes (Brescoll & Uhlmann, 2008). Este sesgo de género en la percepción de las emociones refuerza la idea de que las "formas" ideales son subjetivas y están influenciadas por factores sociales y culturales.

Es fundamental cuestionar por qué se valora tanto la neutralidad emocional en la comunicación. ¿Es realmente un indicador de mayor racionalidad o simplemente una preferencia cultural que favorece ciertos estilos de comunicación sobre otros? Al insistir en que las personas mantengan un tono neutral, corremos el riesgo de silenciar voces importantes, particularmente en temas que están intrínsecamente ligados a la experiencia emocional, como la justicia social, los derechos humanos y el bienestar personal.

La Comunicación Auténtica: Un Equilibrio Necesario

Si bien es cierto que gritar o insultar a los demás no es una estrategia efectiva de comunicación, tampoco lo es suprimir por completo las emociones. La clave está en encontrar un equilibrio entre la expresión emocional y la claridad argumentativa. Los estudios de Gross (2002) sobre la regulación emocional sugieren que es posible expresar emociones de manera controlada y constructiva, lo que puede aumentar la efectividad persuasiva sin comprometer la racionalidad del discurso.

De hecho, algunos de los oradores más influyentes de la historia, desde Martin Luther King Jr. hasta Nelson Mandela, han utilizado la emoción de manera estratégica para transmitir sus mensajes y movilizar a las masas. En lugar de tratar de eliminar las emociones de la conversación, es más productivo aprender a manejarlas y utilizarlas para apoyar, en lugar de socavar, nuestros argumentos.

La Perspectiva de la Psicología del Bienestar

Desde la perspectiva del bienestar mental, suprimir las emociones durante una conversación o discusión puede tener efectos negativos en la salud emocional. Expresar emociones de manera constructiva es esencial para mantener una comunicación abierta y auténtica, lo que a su vez fomenta relaciones interpersonales saludables (Gross & John, 2003). En el ámbito del cuidado y bienestar mental, como el que promovemos en Misike, defendemos un enfoque que valora tanto la autenticidad como el respeto en la comunicación.

Es importante que reconozcamos el papel que juegan las emociones en nuestras interacciones diarias y en nuestra comprensión del mundo. Evitar la expresión emocional, ya sea por miedo a ser percibidos como irracionales o por seguir normas sociales, puede generar un distanciamiento emocional y reducir nuestra capacidad para conectar genuinamente con los demás.

Desafia el Sesgo de las Formas

En última instancia, la idea de que “las formas” son más importantes que el contenido puede ser una trampa dialéctica que nos aleja de la verdadera comprensión de los argumentos. Si bien es esencial mantener el respeto y la consideración por los demás en nuestras conversaciones, también es crucial permitir que las emociones tengan un lugar legítimo en la comunicación.

La próxima vez que te enfrentes a una conversación o debate emocional, en lugar de descartar el argumento de tu interlocutor por la forma en que lo expresa, pregúntate: ¿Estoy prestando más atención a las formas que al contenido? La verdadera comprensión radica en reconocer tanto el mensaje como las emociones que lo acompañan.

En misike.es promovemos un enfoque holístico del bienestar, que incluye la capacidad de comunicarse de manera auténtica y efectiva, integrando tanto el razonamiento lógico como la expresión emocional. Creemos que una comunicación genuina y equilibrada es esencial para el bienestar mental y para construir relaciones más profundas y significativas.

Referencias:

  • Brescoll, V. L., & Uhlmann, E. L. (2008). Can an angry woman get ahead? Status conferral, gender, and expression of emotion in the workplace. Psychological Science, 19(3), 268-275.
  • Damasio, A. R. (1994). Descartes' error: Emotion, reason and the human brain. New York: Grosset/Putnam.
  • Gross, J. J. (2002). Emotion regulation: Affective, cognitive, and social consequences. Psychophysiology, 39(3), 281-291.
  • Gross, J. J., & John, O. P. (2003). Individual differences in two emotion regulation processes: Implications for affect, relationships, and well-being. Journal of Personality and Social Psychology, 85(2), 348-362.
  • Lerner, J. S., Li, Y., Valdesolo, P., & Kassam, K. S. (2015). Emotion and decision making. Annual Review of Psychology, 66, 799-823.
  • Merten, J. (2005). Facial and vocal expressions in communication. In K. R. Scherer, T. Bänziger, & E. Roesch (Eds.), Blueprints for affective computing (pp. 245-256).